viernes, 21 de diciembre de 2007

Un Borges de Museo

Bernadr-Henry Levy, especulando sobre el motivo del rechazo del Premio Nobel por parte de Sartre, supone que éste sabía acerca de la maldición que esconde este tipo de honores. En el instante en que uno es galardonado se convierte en patrimonio de la humanidad, en un bien, un símbolo, y pasa a la absoluta incomprensión.

Un escritor de museo. Un nombre. Un retrato. Un buen estante en cualquier biblioteca de nuevos clásicos. Y nada más.

Hace unos días llego a mis manos un panfleto que anunciaba una conferencia sobre Borges. Desafortunadamente no pude asistir, pero tuve la oportunidad de conversar con la disertante en otra ocasión. Lo cierto es que me asombraron mucho las opiniones de esta mujer. Hablaba de un Borges extraño, un Borges que yo nunca había leído. Este Borges se reía de Heráclito, Schopenhauer, y, en general, de los afanes de toda la filosofía moderna. Además parecía interesarse bastante por la política; y era, no solo teísta, sino netamente cristiano.

El caso no es aislado, es fácil encontrar muchos de estos “admiradores” de Borges, que se afanan en deformarlo a fuerza de extraños argumentos para hacerlo entrar en ese molde en el que no cabe.

¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué?

El razonamiento de la derecha –conservadora, nacionalista y católica– mantiene una cierta lógica interna. Un escritor argentino, contemporáneo, genial, de gran reputación en el exterior, conservador, aristócrata, y –he aquí lo mas importante– antiperonista hasta la medula. El espécimen perfecto para guardarle un lugar privilegiado en uno de los escaparates de ídolos de sus museos.

“¿Cómo? ¿Qué no escribe sobre política? ¿Qué es un ateo? ¿Un nihilista? ¿Indiscutiblemente Schopenhaueriano?... Si, pero no es comunista y... ¿Escuchaste bien? ¡Es antiperonista! ¡Antiperonista!”

Y al final, como todo lo que entra en su museo de ídolos, tiene que adaptarse para combinar con un edificio que nunca cambia –de nuevo, conservador/católico/nacionalista–. Y si intentarlo con sus obras es absurdo, que mejor forma de lograrlo que esgrimiendo una suerte de mitología de oscuros y contradictorios datos biográficos.

¿Importa cómo vivió sus últimos días? ¿Importa si rezaba antes de acostarse o si le negaba su autógrafo a todo peronista?

Tal vez Proust se equivoco cuando dijo que todo escritor tiene dos Seres, uno que escribe y uno que vive. Tal vez es el mismo ser, que escribe lo que vive, y vive lo que escribe. Pero de cualquier forma, ¿No es absurdo anteponer la Biografía de un escritor a su propia obra? ¿No es absurdo enterrar bajo dudosas anécdotas político-ideológicas a ese genio que escribió tan magnificas obras? ¿No es absurdo sacrificar la belleza de El Libro de Arena o La Moneda de Hierro por el prestigio de tener a un autor más en la fila de la propia ideología?

Yo creo que si.


L. Frattesi.

Por el gusto de Hablar.

1 comentario:

Geoffrey Firmin dijo...

Si, claro. De acuerdo con usted. Es como dejar de oir a Wagner o leer a Nietzche por la influencia que tuvieron, segun afirman, en la ideologia nazi. ¿Borges, gorila? ¿Y? El placer de leerlo va mas alla de su ideologia o, incluso, de su supuesta zoofilia ;-)
Abrazo cordial.
Pinta muy bien su blog. No leere el post siguiente hasta no haber visto la pelicula, la cual, seguramente, me defraudara.